El material de partida es el marés, la piedra arenisca local de 40x80x10cm y 40x80x20cm, la cual se obtiene reciclando el material existente en la parcela, localizado en antiguas divisorias ahora inútiles y unas pocilgas en desuso.
El taller consiste en una caja cerrada en la que se abren unos huecos que reciben las ventanas recicladas, procedentes de una reforma que ha sufrido la edificación principal. Una mesa de vidrio de 200x120cm se reutiliza como puerta y determina la medida del espacio central, situado entre dos bandas laterales de 70cm, una de almacenaje y otra con una mesa de trabajo.
La zona correspondiente a las estanterías dispone de una celosía con piezas de pavés vertical.
La zona de trabajo dispone de diversas aperturas para tener ventilación cruzada y controlar las visitas.
El forjado de hormigón in situ se resuelve con unas chapas colaborantes de acero galvanizado, cedidas gratuitamente por el herrero local, sobrantes de alguna obra, apoyadas sobre una biga de madera que procede de un forjado de la vivienda que se ha desmontado.
El proceso de reciclaje del marés tiene carácter de reutilización, ya que no requiere proceso industrial alguno, y no genera emisiones de CO2 ni residuos.
El coste se reduce a la mano de obra, que debe conocer las técnicas tradicionales de construcción con piedra, marés y cemento mallorquín.
El trabajo a pie de obra resulta curioso, ya que es un material muy blando y se corta con una motosierra convencional. De hecho, cuando se desmonta un muro, resulta más fácil evitar las juntas originales de cemento de cal y cortar justo al lado, por lo que se obtienen simpáticos paralelepípedos que incorporan juntas anteriores. Esto produce una nueva fábrica con multitud de juntas, nuevas y viejas.
El albañil,es Muré, decidió colocar algunas piezas rotas tal como las encontraba, sin cantear, porque le parecía rústico y ahorraba trabajo, y así se han quedado.
Desde el camino, el taller recuerda a una casita de aperos cualquiera del levante de Mallorca. Tan solo unos bloques de arcilla incrustados revelan su fecha de construcción.
Algunos vecinos pasan y se sorprenden ante su presunta falta de memoria:
"¿Esto ya estaba aquí, no? nunca me había fijado..."
-En realidad sí, justo allí; eran las pocilgas y unos cierres de parcela...
Aquí no se tira nada… solo se desplaza de un lugar a otro…
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