viernes, 16 de noviembre de 2012

Can Bielet

























































El material de partida es el marés, la  piedra arenisca local de 40x80x10cm y 40x80x20cm, la cual se obtiene  reciclando el material existente en la parcela, localizado  en antiguas divisorias ahora inútiles y unas pocilgas en desuso.

El taller  consiste en una caja cerrada en  la que se abren unos huecos  que reciben  las ventanas  recicladas, procedentes de una reforma que ha sufrido la edificación principal. Una mesa de vidrio de 200x120cm se reutiliza como puerta y determina la medida del espacio central, situado entre dos bandas laterales de 70cm, una  de almacenaje y otra con una mesa de trabajo.
La zona correspondiente a las estanterías dispone de una celosía con piezas de pavés vertical.
La zona de trabajo dispone de diversas aperturas para tener ventilación cruzada y controlar las visitas.
El forjado de hormigón in situ se resuelve con unas chapas colaborantes de acero  galvanizado, cedidas gratuitamente por el herrero  local, sobrantes  de alguna obra, apoyadas sobre una biga de madera que procede de un forjado de la vivienda que se ha desmontado.
El proceso  de reciclaje del  marés tiene carácter de reutilización, ya que no  requiere proceso industrial alguno, y no genera emisiones de CO2 ni residuos.
El coste se reduce a la mano de obra, que debe conocer las técnicas tradicionales de construcción con piedra, marés y cemento mallorquín.
El trabajo a pie de obra  resulta curioso, ya que es un material muy blando y se corta con una motosierra convencional. De hecho, cuando se desmonta un muro,  resulta más fácil evitar las juntas originales de cemento de cal y  cortar justo al lado, por lo que se  obtienen  simpáticos paralelepípedos  que  incorporan juntas anteriores.  Esto  produce   una nueva  fábrica con  multitud de juntas, nuevas y viejas.
El albañil,es Muré, decidió colocar algunas piezas rotas tal como las  encontraba, sin  cantear, porque  le parecía  rústico y ahorraba trabajo, y así se han quedado.

Desde el camino,  el taller  recuerda a una casita de aperos  cualquiera  del levante  de  Mallorca. Tan  solo unos bloques de arcilla incrustados revelan su fecha de construcción.

Algunos vecinos pasan y se sorprenden ante su presunta falta de memoria:
 "¿Esto ya estaba aquí, no? nunca me había fijado..."
 -En realidad sí, justo allí; eran las pocilgas y unos cierres de parcela...

Aquí no se tira nada… solo se desplaza de un lugar a otro…





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